A una hora de Bogotá se encuentra una de las colecciones privadas más valiosas de automóviles BMW. No me refiero al valor económico que llega a tener la colección, sino al capital humano que tiene invertido cada uno de los vehículos. Su propietario, el señor Roberto Prieto Villamizar, es fuertemente reconocido en el mundo de los BMW por tan detallados e impecables procesos de restauración que ha realizado sobre sus autos. Roberto inició sus estudios de ingeniería de sistemas en la Universidad de Los Andes. Sin embargo, abandonó la carrera para ingresar a un instituto de técnica automotriz donde aprendió a ser mecánico, pues su pasión siempre fueron los autos y las motos. Se dedicó a ser mecánico durante varios años hasta que cambió el rumbo para dedicarse a ser protesista dental, profesión que aún hoy ejerce en la empresa familiar que maneja con su esposa y sus dos hijos
La pasión de Roberto por los autos inició desde muy niño, pues creció rodeado de excelentes vehículos ya que su padre tuvo la fortuna de ser propietario de diferentes Mercedes Benz, BMW y Volvo, entre otros. Sin embargo, por ser los más deportivos, sentía cierta atracción por los BMW. La verdadera pasión por la marca bávara nació durante su infancia cuando vio pasar un BMW 2002 color golf (amarillo). Se hizo entonces la promesa de que ese carro algún día sería suyo.
Pasó el tiempo y Roberto tomó la decisión de hacerse a un carro viejo. No buscaba en ningún momento tener un clásico sino simplemente un vehículo viejo para poder desplazarse y trabajarle a manera de hobby en esos mantenimientos que no podía hacerle a los autos nuevos. Tomó la decisión de comprar un BMW E21 sin saber que ese sería el primer paso para formar una colección. Mandó pintar el carro sin invertir mucho dinero para que se viera medianamente bien. Fue entonces cuando cayó en cuenta de que había comprado muchas partes nuevas para el auto y valía la pena hacerle una restauración completa. Se realizó el trabajo y el auto se hizo merecedor de las placas de clásico.
Roberto empieza a hacer los cálculos de cuántos años le falta a cada uno de sus carros para poder adquirir las placas de clásico, entonces le pregunto acerca de ese tema. Me fascina ver un carro con placas. Empiezo a detallarlo y miro qué tiene, qué no tiene. Un carro moderno se consigue en el concesionario en cualquier color y cualquiera lo puede tener. Por otro lado un carro que ha subsistido más de treinta o cuarenta años, es una máquina que ha sobrevivido el paso del tiempo y eso me gusta. Cada dueño conduce orgulloso su carro porque es para eso, para lucirlo con orgullo. Estos no son carros para ir y venir del trabajo, son para lucirlos y eso me apasiona.
Caminando por el garaje de Roberto se hace imposible no notar el gran número de repuestos y herramientas que lo adornan. Me explica que él perfectamente podría contratar a un mecánico para, por ejemplo, reparar un motor. Sin embargo, su placer radica en desarmar los autos él mismo y posteriormente volverlos a ensamblar. Lo anterior lo hace siguiendo las normas de originalidad de cada ejemplar, buscando dejarlos tal cual como salieron de fábrica. Cada restauración es un reto ya que las partes que no se consiguen, Roberto decide fabricarlas. Ocasionalmente hace lo mismo con partes que sí se consiguen, únicamente por el placer de poder decir que él creó dicha parte para su auto. Hay muchos que tienen el dinero y compran un auto clásico, pero restaurarlos con las propias manos, eso sí es un verdadero placer.
Me detengo unos segundos para pedirle a Roberto que me explique un poco acerca de la importancia de mantener un carro en su estado original. Lo anterior para responderle a tantos aficionados que cuestionan tan duramente nuestro rechazo a las modificaciones o tunning. Le pregunto entonces a Roberto por qué no aprovechar los avances tecnológicos para mejorar el rendimiento del motor de un auto clásico. Conducir un clásico es salir literalmente a lucirlo. Para correr tengo máquinas que corren mucho más. Si quiero correr salgo en una de mis motos que anda todo lo que usted quiera y mi carro no lo modifico. No me interesa competir ya que no soy una persona de andar todo el tiempo a 180 kilómetros por hora. Lo que me interesa es que mi carro me lleve, me traiga y luzca bonito.
Roberto entonces me cuenta acerca de su participación activa en el BMW Club Clásicos Colombia. Se asoció cuando compró el E21 y ha encontrado allí muchos beneficios. Disfruta salir a rodar con personas que comparten la misma pasión y que pueden enseñarle acerca de las carrocerías BMW que ya han restaurado. Con el Club aprendió a buscar en los catálogos de piezas con el número de chasis y a mejorar los carros guiado por los consejos de los demás socios. Le pido entonces un consejo a Roberto para todos aquellos que buscan iniciar con este hobby de los autos antiguos. Si va a tener un carro antiguo, el dueño debe estar dispuesto a que se le vare. Por más que usted le haya cambiado todo, hay algo siempre viejo que va a fallar. Cuando se le vare no se desespere, estos son carros para gozárselos cuando están andando y cuando están fallando. Si está iniciando la recomendación es comprar un carro conservado porque restaurarlos cuesta mucho dinero. Personalmente yo los restauro por el placer que me trae hacerlo, pero eso es anti económico, pues es la forma más fácil de botar dinero. Usted compra un carro en 10 millones, le invierte 100 y después no le van a pagar ni siquiera 50. En mi caso no me importa que se me hayan ido 100 millones, pues voy a usarlo y no lo voy a vender. Yo lo hago por la satisfacción de buscar cada pieza y superar cada reto. Asesórese de gente que sepa y hágale un buen peritaje al carro para saber qué hay que hacerle. Busque un carro que esté bien de latas y de línea, pues la parte mecánica se puede recuperar completamente pero lo otro no.
Actualmente la colección cuenta con once vehículos de los cuales no puede elegir un favorito. Siempre ha pensado que si algún día tiene una emergencia económica preferiría vender otras cosas pero sería muy difícil salir de alguno de los carros.
- BMW E10 2002
- BMW E12 525i
- BMW E24 633 CSI
- BMW E21 320
- BMW E30 323i
- BMW E30 325i
- BMW E36 325is
- BMW E36 325i
- BMW E46 330 CI
- BMW F20 116i
- BMW K50 R1200GS
Su interés es ampliar la colección buscando conseguir carrocerías diferentes. La idea no es repetir carros sino tener uno de cada modelo, dándole prioridad a la variedad en la colección. Roberto asegura que existen muchas compañías que han hecho muy buenos carros tales como Mercedes Benz, Ferrari o Porsche. Sin embargo, se mantiene con BMW y no está en sus planes hacerse a otra marca. Entre sus planes está adquirir un E23, un E9, un E34, un E39 y un E46 M3. Si le tocara repetir carrocería elegiría otro E10 y en este caso sí sería para modificarlo y competir.
El proyecto de la colección piensa llevarlo paso a paso, pues la inversión económica se ha realizado con mucho esfuerzo y a través de muchos años. Es muy sencillo hacer una colección cuando se tienen 5 mil millones guardados. No es mi caso. A cada cosa que compro le dedico mucho tiempo para buscarla, me esfuerzo para que me salga barata y trato de arreglarla lo mejor posible. Cuando está lista sigo con la siguiente.
Aunque trabajar en los carros es una actividad terapéutica para Roberto, existen situaciones que le gustaría no repetir jamás pero que ahora recuerda entre risas. Había desarmado uno de sus E30 para solucionar una falla. Después de volverlo a armar abrió el baúl y se encontró con el motor limpiabrisas. Instalarlo es imposible después de haber puesto la calefacción entonces tuvo que volver a desarmar todo. Con el E21 también tuvo contra tiempos. Ya había terminado de armar el carro, estaba completamente listo. Roberto pasó a encenderlo y el radiador de la calefacción estaba roto. Para solucionar la falla tuvo que desmontar nuevamente el millaré, la calefacción, el aire acondicionado y demás partes para poder llegar al radiador y cambiarlo. Finalmente llegó el radiador y después de volver a armar el auto quedó impecable. El E21 estaba perfecto y listo para las fotos cuando Roberto puso encima del filtro del aire un destornillador y cerró el capó, el cual empujó dos veces sin entender por qué no cerraba. La punta del destornillador salió atravesando la lata.
Decido darle un giro a la conversación para que Roberto me cuente un poco sobre su familia y es entonces cuando su sonrisa se hace aún más grande. Su esposa, Claudia, lo apoya incondicionalmente hasta el punto de servir de ayudante en el momento de pasarle las herramientas. Ella acompaña a Roberto a las actividades de autos y disfruta los vehículos tanto como él. Mi esposa no está diciéndome «por qué va a comprar otro», pues gracias a Dios ella tampoco necesita ni dice «oiga, es que estoy sin medias, estoy sin zapatos, y usted comprando todo en carros». Ella sabe que esto es de los dos.
Juan Felipe Reina Munévar.