El pasado 24 de febrero tuvimos la oportunidad de viajar en el tiempo. En el Autódromo de Tocancipá se desarrolló la octava versión de Motorclásico. Se trata de un evento que organiza anualmente el Club Los Tortugas con el fin de reunir a los apasionados por los vehículos antiguos. La organización realiza la labor de seleccionar cada uno de los autos y motocicletas participantes, de tal forma que se garantiza la asistencia de excelentes ejemplares. En esta ocasión se recibieron vehículos cuya fecha de fabricación no superara el año 1983. Como ya es costumbre el BMW Club Clásicos Colombia participó en el evento demostrando el fantástico nivel de conservación y restauración de los vehículos de sus socios. El espectáculo inicia desde días antes al encuentro en el Autódromo. Los coleccionistas desempolvan sus autos con anterioridad y los sacan para probarlos en el tráfico habitual de la capital. Las joyas automotrices decoran la ciudad y empieza a respirarse el ambiente motorclásico. Cada propietario inicia la labor de poner a punto sus máquinas para regalarle al público la oportunidad de apreciarlas.
Llega entonces la anhelada fecha y empieza la verdadera diversión. Son numerosos los entusiastas que, a pesar de la lluvia, madrugan para ubicar su vehículo en el área de pits del Autódromo. Con esmero cada propietario termina de detallar su ejemplar con el fin de dejarlo impecable estéticamente. Rápidamente se va llenando el parque automotor de más de cuatrocientas obras de arte. Cada vehículo es asignado a una categoría, dependiendo de su año de fabricación, para salir a rodar en la pista. La cápsula del tiempo ha sido activada y es entonces cuando empieza la actividad. Es impresionante el nivel de los ejemplares que hay en el país, pero más aún la camaradería que une a todos los aficionados. El encuentro en la pista es completamente respetuoso y mágico.
El trazado del Autódromo de Tocancipá se ve tapizado por esos colores tan llamativos que caracterizaron la industria automotriz de las décadas pasadas. Hay unos autos lentos y otros rápidos, pero todos unidos por el amor al arte, a la historia y a los motores. Debemos estar agradecidos con nuestros vehículos. Son las máquinas que nos mueven y que realmente pertenecen a la historia de la humanidad. Cada carro cuenta una historia que puede ser leída cuando se le ve rodando como cuando salió de fábrica años atrás.
Los autos ruedan por la pista y los espectadores los reciben con aplausos. La gente se siente agradecida por tener la oportunidad de ver y escuchar esas obras de arte. Nosotros sentimos una enorme gratificación al sentir que nuestros autos son admirados, pues esta loca pasión parece tener sus frutos y todo el esfuerzo invertido en cada ejemplar es valorado. Entre todos los vehículos participantes se destacaron especialmente los BMW. Es muy grato poder apreciar que la afición a la marca bávara incrementa con el pasar de los años. Esta vez pudimos ver vehículos isetta, 2002, E21, E9, E30 y E24. También asistieron diferentes motocicletas entre las que llamó la atención una R90S de uno de nuestros socios. Cualquier descripción se queda corta cuando son las emociones las que marcan la pauta en este evento de clásicos.
Cierro este artículo compartiendo las fotografías de los autos, no BMW, que estuvieron en el evento. Nuevamente gracias a los participantes por permitirnos disfrutar de un día lleno de emociones y máquinas de excelente calidad. Ahora solo resta esperar al año entrante para volver a viajar en el tiempo.
Juan Felipe Reina Munévar.