La afición por los vehículos clásicos y antiguos es algo que trae innumerables sonrisas y buenos momentos. Sin embargo, siempre habrá dolores de cabeza como en toda actividad que se presenta en la cotidianidad. Hay algunas familias que no apoyan la afición y critican al gomoso por pasarse horas enteras debajo de un carro. También están los hijos que suben los pies a la tapicería recién restaurada, llenándola de mugre y en el peor de los casos causando que se rompa. Se podrían mencionar diferentes ejemplos como los anteriores, pero el verdadero y más grande dolor de cabeza de un fanático son los talleres.
Desde que entré al mundo de los autos clásicos he tenido la oportunidad de conocer muchos talleres. Así como he tenido malas experiencias, también he conocido buenos lugares. Sin embargo, lastimosamente las experiencias negativas han sido mucho más numerosas y es por ello que he decidido escribir al respecto. Con este artículo pretendo advertir a los demás aficionados acerca de los riesgos que se corren en algunos talleres, para que estén prevenidos y de esa forma eviten al máximo malgastar tiempo y dinero.
Muchos consideran que el mejor sitio para llevar a revisar su vehículo es el concesionario. Sienten tranquilidad porque el taller está respaldado por la marca, de tal forma que existe la certeza de que el trabajo será realizado con total conocimiento y calidad. Además, los talleres son limpios y ordenados, de tal forma que es gratificante estar allí. Los autos modernos son bien atendidos y sus fallas solucionadas. El problema no sólo aparece en el momento de pagar, pues se cobra como si vendieran oro, sino también cuando el paciente es uno de nuestros consentidos clásicos. En este caso el conocimiento ya no es tan superior como se espera y esto trae varias dificultades en el proceso.
Después de desocupar la billetera en el taller autorizado de la marca y no quedar contento con los resultados, se buscan alternativas diferentes. Es entonces cuando empieza el verdadero curso que debe aprobar todo aficionado. Empiezo entonces a hacer unas cuantas sugerencias:
Es fundamental tener un gran conocimiento del vehículo para no llevarse sorpresas más adelante. Con esto no me refiero a saber de mecánica, sino que es necesario conocer el estado del carro que se está dejando en el taller. Lo anterior para poder identificar si en el momento de recoger el vehículo, éste tiene piezas que han sido cambiadas o en algunos casos retiradas. La mejor forma de evitar esto es permaneciendo con el auto mientras se realizan los trabajos, entonces en lo posible esto debe hacerse. Sin embargo, en ocasiones las intervenciones son delicadas y toman tiempo. Es en estos casos en los que debe primar, lamentablemente, la prevención y desconfianza. Aunque parezca increíble es común que en los talleres retiren bombillos del tablero, por ejemplo, para evitar complicarse arreglando alguna falla que indiquen los testigos.
Conseguir los repuestos es un tema fundamental que debe revisarse con cuidado. Es importante cotizar lo que se necesite con una buena asesoría. De esta forma se busca evitar pagar de más por cosas que no valen tanto o que no están en tan buen estado. Hay varias cosas que aún se consiguen en el mercado local. Sin embargo, se debe hacer un juicioso trabajo de búsqueda en los diferentes almacenes y talleres. Hay algunas otras cosas que se consiguen a mejor precio fuera del país. La recomendación siempre será adquirir piezas originales, aunque cuesten un poco más.
He escuchado casos de varias personas que han buscado restaurar sus autos y la experiencia ha sido aterradora. Algunos me han contado cómo les han robado partes de sus vehículos, sin mencionar la falta de cuidado e interés al armarlos. Si uno quiere que un trabajo sea bien realizado, debe ser consciente de que el costo será alto. La dificultad aparece cuando, a pesar de invertir el dinero necesario, el resultado no satisface de manera alguna. Este tema ha sido la causa de que muchos aficionados abandonen sus procesos de restauración. Lo mejor que se puede hacer es recibir asesoría desinteresada de amigos conocedores para así poder disfrutar el proceso y sacarlo adelante con buenos resultados.
En la gran mayoría de los casos el problema son los operarios, mano de obra barata para reducir los gastos de funcionamiento del taller. A pesar de que el dueño es reconocido y tiene amplios conocimientos, su falta de atención y mano de obra no calificada terminan con un cliente insatisfecho y resultados no deseados. Los mejores talleres resultan ser aquellos especializados y pequeños, donde sus dueños se toman el tiempo de armar, corregir y entregar los autos en perfectas condiciones. Escuche siempre el voz a voz, pues cuando el río suena, piedras lleva. Si ha escuchado malas referencias de un taller, evite arriesgarse y opte por seguir indagando hasta encontrar la mejor opción para su clásico. También cabe mencionar que el que mucho abarca, poco aprieta: talleres llenos de carros con poca rotación, ¡húyale! Finalmente, si a la primera no queda satisfecho con el resultado esto es un claro síntoma de que lo mejor es no volver al mismo sitio.
Juan Felipe Reina Munévar.