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Una varada, un nuevo amigo.

Me gustaría comenzar por, soy profesor, músico (eso no significa que sea bueno), me gustan los carros viejos… para qué sigo… — jodido…

…y es que hay que estar muy fregado, para divertirse andando por las calles de Bogotá, en esos carros viejos… los “carritos” de hace más de 35 años. –clásicos, decimos. —ahí como para sentirnos que coleccionamos arte, porque, al fin de cuentas, lo que para otros, es un simple y mortal medio de transporte, para nosotros es arte: Ni más ni menos.

¿Grado de instrucción? -No criminal, desde luego, aunque fui al CESA y comencé a estudiar administración de empresas hasta que, afortunádamente, por el bien de las empresas, descubrí que me gustaba más emplear el tiempo en la realización audiovisual, que estudiando contabilidad con aquel libro de Gladys Carrillo, que comienza con un legendario título: «Lavablanca Los Chiritos«… Me fui entonces a estudiar «lo mío» y hasta obtuve un título como Periodista y Comunicador Social, haciendo el último semestre, un programa radial de música en la emisora virtual de la Universidad Jorge Tadeo Lozano. -Conteo Zero, se llamaba…

Pero parece que a nadie le gustaba mi programa, o les parecía muy malo, porque, cuando me gradué y salí a buscar trabajo, nadie quería contratarme. Me dediqué entonces a tocar la guitarra y un día, le hice un video a un amigo, y como, no le alcanzaba el dinero para comprar la música, pues yo mismo se la compuse, y comprendí que de ese modo, podría sacarle dinero a la guitarra…

Llegar a mi edad con pelo y sin barriga, es toda una proeza, de modo que exhibo una abundante cabellera, ya muy blanca eso sí, pero es la envidia de mis compañeros del colegio, cuando me los encuentro en los parques con sus hijos, y me preguntan cuándo es que tendré los míos. (los hijos, -los chinos). -No lo creo. De momento estoy escribiendo mi primer libro: Se llama Las Leyendas del Pop; ya solo me falta, el árbol y… bueno, luego verémos.

Mi papá me puso por nombre Julián, dada su afición a The Beatles, y por si no lo saben, la canción, Hey Jude, originalmente se llamaría, Hey Julian, pero el título era demasiado largo… De todos modos, la ironía de la vida es que, también me gusta la musica, y me hice músico, o al menos, eso dicen quienes me conocen, y esa es solo una parte de mi vida…

El BMW 02 fue mi favorito, después de haber visto uno rojo que perteneció a mi tío en 1982

«Era una época en que, sobraba el pelo, y escaseaba el sentido común…»

Comencé a aficionarme desde muy joven a los autos clásicos también; me gustaban mucho los autos alemanes. Todavía era un niño, pero ya prefería los BMW 2002 y los mercedes-Benz W111, cuando noté lo bien que se veían, en la medida en que iban envejeciendo. Los Porsche que me gustaban en aquel entonces, todavía no eran clásicos. Aún se veían muy modernos, y mi corazón siempre apuntaba al BMW M3. Fue gracias a todo esto que luego tendría carros clásicos, prácticamente desde que obtuve el pase. Solo en una ocasión, cuando estaba en el colegio, aún siendo menor de edad, mi padre, Hernán, me había regalado, en su inmensa generosidad, lo que para ese entonces era un auto moderno: Un flamante Renault 21TXI. Estaba en perfecto estado. Era casi nuevo. El primer auto en Colombia de producción nacional, con inyección Renix multipunto. Era un carro increíble, y además era mío. Digan lo que digan, el mío salió perfecto, y era la época en que, NO habían controles de velocidad, estaban de moda los piques cuarto de milla, yo acababa de sacar el pase, iba en mi propio carro, sobraba el pelo, y escaseaba el sentido común…

A los 16 años, mi favorito era el M3: Por allá en 1989-90 el primero que ví, era un E30 rojo conducido por el deportista, Fabio Parra. En esta foto de 1996, estoy junto a un M3 E36 americano

A pesar de todo ello, mi Renault 21, impoluto. Pero claro, tenía que arruinar esa tranquilidad de un auto confiable: Un día, iba por un barrio de Bogotá, llamado “Multicentro”, y un aviso de, “Se vende” en el vidrio trasero de un auto, me cambió la vida: Era un VW Golf GTI Mk1 de 1982. Siempre había querido tener ese carro. Desde niño lo quería. Punto.

Mi VW Golf GTI Mk1: Fui hasta el fin del mundo en este auto

Vendí el Renault 21 (cuando todavía costaban algo) y nunca volví a mirar atrás. Me compré mi primer GTI -pero desde luego, no crean que compré un Golf prístino, como el que había visto en Multicentro: Fui a una compraventa, propiedad de un personaje bastante “particular” en medio de un negocio también muy “particular” y en realidad, compré un Golf que había recibido toda la «pata», o si lo prefieren, «zapato» del mundo. Venía de Envigado, empapaba una bujía, y me habían sentenciado que había que repararlo. Además de botar el aceite, era preciso acelerarlo en los semáforos para que no se apagara… -Era lo mejor que había podido comprar con el dinero que tenía, puesto que al total de la venta del Renault, tenía que descontar las reparaciones que este auto necesitaba urgente. -Al menos, para poder usarlo en la calle…

Había algo de todos modos mágico en aquel Volkswagen: Era el auto que yo quería. Hoy, cuando tengo más de 40 años, sigo convencido que esa es la razón más poderosa en la vida para hacer realidad nuestros sueños. A pesar de todos sus problemas, era un auto increíblemente fiable. Hasta mis compañeros de la universidad llegaron a quererlo tanto, que si se les pregunta, cada uno tiene una anécdota diferente en el. -hasta un día rifamos una botella de whisky, en la Universidad, entre diferentes facultades, para poder comprarle una batería nueva.

-Se la ganaron (la botella), en la facultad de ingeniería…

Tenía en aquel entonces, 19 años recién cumplidos y siempre he tenido tendencia a mirar la vida con optimismo. Un poco de pintura, algo de mecánica, hacerme amigo de un buen taller de “conocedores” ahorrar un poco de dinero con algún trabajo ocasional y restaurarlo…

¿Qué podría salir mal?

-Esos autos alemanes son finos, y bien construidos, me repetía constantemente, cuando en medio de la noche me despertaba, y veía el auto a través de la ventana, como el símbolo de mi primera “inversión” y proyecto de restauración, o cuando presentía que algo podría fallar, y me preocupaba ante mi precaria situación económica en la universidad…Después de todo, era una época en la que todavía se podía considerar un auto, un efectivo medio de transporte en Bogotá, y lo usaba TODOS los días de mi vida para ir de un lugar a otro.

Con este automóvil, aprendí la mecánica básica, y la no tan básica. Aprendí a conocer los mensajes que el propio auto enviaba, antes de fallar, y aprendí a interpretar esos mensajes adelantándome a una posible catástrofe. Siempre al final, volvía al camino, aún sin guayas de lo que sea, bombas de gasolina quemadas, bombas de agua ahuecadas, baterías secas, ruedas estalladas, rodamientos fundidos, agua en la gasolina, bobinas quemadas, cilindros de freno haciendo las veces de regaderas; hasta una vez, en el autódromo de Tocancipá, me gané un trofeo en una carrera nocturna del Circuito San Diego, con la caja de la dirección dañada, y sin frenos. Seguramente fue por eso: No podía detener el auto…

Mi VW Golf GTI en el Autódromo de Tocancipá: Más allá de buscar medirse como piloto, el verdadero placer consiste en difrutar el carro propio, en otro ámbito

Muchas veces tuve que desvararme en medio de la vía, de día, de noche, bajo la lluvia y desarrollé con mi carro una relación durante 20 años y un diálogo, que nunca más volví a experimentar con otro auto.

Llegué a tener un conocimiento mecánico muy profundo de mi VW Golf

Cuando se tiene un carro de más de 25 años, sí o sí, hay que aprender mecánica: Salvo que tengamos un buen músculo financiero, y poco tiempo libre, o, definitivamente no nos guste, es necesario, es imperativo y es mandatorio, pero… ¿saben qué? esto, es solo la cuota inicial…

Hay muchas cosas del mantenimiento básico de un auto clásico que Ud. mismo puede hacer: Retomando después de muchos años mi amor a la mecánica, comencé con estas simples cosas en el Mercedes 300-24v.

Colombia, afortunadamente, es un país lleno de gente amable, y dispuesta a ayudar. Hay un cierto código entre nosotros, que, ante una situación “complicada” nos permite en poco tiempo encontrar una solución y ayudar. -A la gente le gusta ayudar.

Pues bien, dado mi gusto por aquellos carros “viejitos”, les voy a contar algunas experiencias sucesivas: Déjenme comenzar por el principio…

Desde muy joven, tuve la oportunidad de quedarme, además de, mi VW Golf, también con el BMW E21 que perteneció a mi madre. Se lo cambié a mi hermana, por unas acciones de Ecopetrol, cuando todavía costaban algo… Era para ese momento, mi E21, por potencia y edad, el equivalente a tener hoy día un BMW 318i E46… ¿Qué mejor que quedarse con el auto que perteneció a los padres? Se sabe de antemano que, se está quedando con lo mejor de lo mejor. Sabía perfectamente, qué se le había hecho, o, qué no se le había hecho aún… Pues ahora tenía mi propio BMW E21, no era un clásico todavía, pero ya era un auto viejo y… los años pasaron y pasaron…

Desde muy joven tuve la suerte de acceder a mi primer BMW: Elegí este E21 que se convirtió en mi auto de «toda la vida»

Este auto me llevó a la universidad, recogió y llevo a mis compañeros de facultad con sus trabajos y tareas, sirvió de galería itinerante, me llevó después a mi primer trabajo, me llevó a mi primera cita seria y me acompañó a los inolvidables picnic con quien hoy día es mi esposa y estuvo presente luego en mi matrimonio… Los años siguieron pasando, el BMW lo seguí utilizandolo diariamente, -hasta llevaba en el mis guitarras y al cabo de muchos años, como es natural, comenzó a deteriorarse…

…Empiezan a aparecer achaques por un lado, males por otro, dolencias más allá y cuando una mañana, sentí extremadamente esponjoso el pedal del freno, y supe que no iría muy lejos, me devolví a casa, y decidí planear una restauración completa, pero, en el proceso de organización, planeación y, las cosas que van ocurriendo en la vida, dejé mi BMW guardado en el garaje, confinado al ostracismo por los siguientes 4 años…

«…Un trabajo hecho con amor.»

Un día cualquiera, quise devolver mi carro a la gloria, y, después de una prolongada planeación, una grúa vino por el, y comenzó aquello que sabemos de antemano, será un proceso largo y complejo, -toda una aventura en donde, cualquier decisión, puede cambiar el rumbo del proyecto y pasar de ser, toda una escuela de ingeniería, lleno de aprendizajes y lecciones maravillosas, conociendo nuevos amigos en el proceso, a una frustrante pesadilla...

La restauración de mi BMW 320 tras 4 años de ostracismo total

Para mi fortuna, a pesar de haber estado muy ocupado trabajando, intentando cubrir las millonarias facturas que mi auto iba acumulando, en dicho proceso (es increíble o si lo prefieren, amables lectores, ridículo lo que cuesta hoy día restaurar un BMW clásico), tuve suerte, y en el taller en donde se hizo todo, cada problema fue resuelto con algo que, aún en otra situación, con todo el dinero del mundo, no habría podido pagar: Un trabajo hecho con amor.

Un día inolvidable: Durante 4 años esperé volver a cruzar las esquinas con mi BMW. Un auto con el que me hice viejo, en la puerta de salida del taller, tras una profunda y dedicada restauración mecánica

Superado todo eso, llegó la navidad, -diciembre con su alegría y el plan era, por fin, disfrutar, llegadas las vacaciones, el pequeño grupo de carritos viejitos que componen mi garaje.
Comenzando la navidad, (aquí la navidad comienza mucho antes de lo esperado) quise contagiarme con el espíritu, y uno de aquellos sábados, salir bien temprano, hacer algunas vueltas y aprovechar el buen clima. Elegí para la faena de sábado, el fiable BMW y salí desde muy temprano. Cuando iba a unos pocos kilómetros de casa, vi por el retrovisor, un camino de agua que el auto iba dejando, mientras avanzaba. La prueba es bastante simple: Si se cambia de dirección, y el camino de agua hace lo propio, y continua persiguiéndonos, no hay duda. -somos nosotrosCuando hay duda, definitivamente, no hay duda… Me detuve al lado de la iglesia del barrio El Polo Club, y pude observar como, la parte delantera del auto se había convertido en una regadera con capacidad de lavar el piso al vapor…

Esta era la primera vez que me varaba en años. Había perdido el swing y esa comunicación que tenía con los autos. No había vuelto a hacer mecánica, desde cuando, años atrás, recién graduado de la universidad, mi Renault 18 2 Litros rompió una brida del sistema de refrigeración llegando al Sisga

La vida nos va llevando por otros caminos, y vamos olvidando ciertas cosas. El encargado de todos los asuntos de la iglesia, vio por la ventana muy seguramente el río de agua que emanaba del motor del BMW. Salió a socorrerme y me dijo que no me preocupara: Podía, mientras el motor se enfriaba, hacer uso del servicio litúrgico (la iglesia acababa de abrir) y tener la oportunidad de una conversación con Dios. Nunca se sabe… Mientras esperaba, mi nuevo amigo de la iglesia, trajo un galón de agua y me lo entregó.

-Espero que sea agua bendita, le dije…y en efecto lo era: Pude llenar el vaso de expansión del motor, y llegar hasta mi taller sin ningún contratiempo. Tema solucionado…

La semana siguiente, decidí no correr riesgos. (Este término, ya verán ustedes, se volverá peligroso de usar. Ya lo verán…) Era el día de nochebuena, y la idea era estar en familia. Tranquilo. Pensé entonces que sería sano, dejar el test, luego del arreglo del sistema de refrigeración del BMW, para enero, cuando no hay muchos autos en la ciudad, y cualquier eventualidad se podría resolver de forma fácil. Pues bien, elegí entonces, el Mercedes – Benz 300; un auto suave, solido, fiable, potente, viejo eso sí, como a mí me gusta, y que ya cumplió sus 30 primeros años, pero ademas de muchas cosas, hay algo en particular que me encanta de este auto, además de sus 230cv no catalizados: Su caja Getrag «Dogleg». «Sport», la llaman algunos. «Close Ratio» la llaman otros. «Alpina», los… Bueno, pues salí pues ese día muy temprano, en este auto, para realizar algunas vueltas, antes de la llegada del niño Dios…

El Mercedes-Benz 300E-24V:No tuve que buscarlo. El me encontró a mí…
Es muy posible que, este sea el último de los verdaderos Mercedes-Benz

Llegando a la 127 con AV 19, un personaje no tuvo cuidado, y golpeó el Mercedes levemente, dejando una marca en el parachoques delantero permanente. Me ofreció dinero, y ante el deseo de no querer tener problemas ese día, justo ese día, tomé el dinero… Eran las 9:30 am y tendría tiempo de ir a visitar al pintor (tenía una cita muy cerca del lugar), dejar el carro, que retocaran el parachoques, y justo antes del medio día, continuar sin ningún contratiempo el día de nochebuena…

…Nada más alejado de la realidad: Llamé a mi esposa, eran las 11am de aquel día, y le dije que, pasaría por ella, sobre el medio día, e iríamos por un par de canarios, que estaban en el Centro Comercial Cedritos, que queríamos regalar a la mamá de mi suegra. Llegamos a dicho centro comercial, estacioné el Mercedes en uno de los espacios únicos que habían en el garaje subterráneo (adoro esos espacios porque nadie puede estacionarse al lado y «decorar» el carro con un buen portazo), de modo que para mí, todo iba bien. Volvimos con los canarios ya comprados en su respectiva jaula, y cuando intenté poner en marcha el motor, este no arrancó al primer intento…

-esto sucede aveces, pensé. (Nunca ocurre. A quién trataba de engañar?)

Volví a girar la llave y con algunos alegres taconazos al acelerador, procedí a darle marcha al motor. …no duró mucho mi felicidad: Sentí como, el cable del acelerador, o guaya del acelerador, se soltó del propio pedal del acelerador, y este, quedó completamente suelto, lo cual significa que oficialmente, estaba varado... Después de verificar, no hubo nada que hacer: Se había partido una pieza plástica, y no había como volver a conectar el cable con el pedal… Confieso que me costó trabajo, acceder desde el habitáculo, por debajo del tablero, a la pieza dañada: Nunca antes me había preguntado, cómo se desarmaba el panel inferior, en donde muchos autos tienen el portafusibles de modo que, una buena recomendación es siempre saber cómo acceder a esos lugares. Nunca se sabe…

Esta guaya de acelerador reventó un 24 de diciembre al medio día, en el garaje de un centro comercial, cuando lo último en que se piensa, es en una potencial falla mecánica. Esta pieza estaba puesta en el auto desde 1991. Afortunádamente no falló en medio de algun viaje…

Comencé a pensar en la imagen de, un 24 de diciembre, con un centro comercial lleno de gente, una grúa intentando extraer el carro desde el sótano, haciendo un gran trancón, mientras yo, en una pose, impotente, psicológicamente disminuido, observaba todo el espectáculo desde el andén del frente, muy posiblemente haciendome pasar por curioso. No fumo, pero de ser esa la situación, probablemente lo habría estado haciendo…
La imagen me parecía patética y dantesca, además de acompañada del interrogante:

-Lo llevo a mi casa, o lo llevo al taller?

Mientras todo esto pasaba por mi cabeza, descendí del auto, abrí el capó, me incliné observando el motor y comencé a sentirme mal. Créanme. Además de sentirme mal por lo que ocurría, esto era algo diferente. En verdad me sentía mal… Unos días antes, le había enviado a mi hermana, quien vive en otro país una fotografía mía, y se sorprendió de cómo, había envejecido en tan corto tiempo… Me quedé por varios días, pensando en eso… Siempre decimos que la edad está en la mente, y esas paparruchadas pero que le digan a uno que, se ha envejecido, duele. No digan que no. No se engañen. No mientan… Bueno, pues, mientras me inclinaba sobre el vano motor del Mercedes, comencé a sentir un profundo mareo, y sentí que me iba a desplomar…

-Era lo que me faltaba, pensé.

Además de estar varado en el garaje del Centro Comercial Cedritos un 24 de diciembre, ahora también estaba infartándome y en cualquier momento me desplomaría y caería muerto en el suelo y no podrían usar el auto para llevarme, porque la guaya del acelerador estaba rota… tendrían que llevarme entonces, en la misma grúa en que sacarían de allí el carro y esta por desgracia, todavía no la había llamado aún y desde luego, ninguna ambulancia querría ingresar al garage de un centro comercial un 24 de diciembre al medio día…

-Está temblandooo!!

gritó una mujer desesperada que corría por el garaje, intentando salvarse. Sus gritos me sacaron del trance en el que estaba. Comencé a reírme. No estaba infartado. El 24 de diciembre hubo dos movimientos telúricos sucesivos, fuertes, pero afortunadamente sin consecuencias que lamentar…

El Mercedes seguía dañado, pero al menos yo no tendría un colapso. Ahora me sentía mejor. El temblor hizo que todos los que estaban al frente, en donde hay un local de juegos, salieran del lugar, y uno de los funcionarios, vio lo que me ocurría y se acercó a preguntarme cuál era el problema. Seguramente me vio tan angustiado que vino, se presentó, me contó que le encantaban los carros, que amaba la mecánica y, si no había ningún problema, él podía revisar que ocurría. Y así fue: Trajo un cable, lo enganchó al acelerador y en cuestión de cinco minutos, todo estaba solucionado… Yo, para la mañana del 25 de diciembre, le había prometido a mi suegra unos tamales, de desayuno y le pregunté a mi nuevo amigo qué podía hacer por él, en agradecimiento a su ayuda.
De no ser por él, mi nuevo amigo, yo habría pasado la nochebuena, en el parqueadero de Cedritos cantando villancicos, oyendo, chucuchucu recostado en el capó, posiblemente sosteniendo un plato de natilla… en Fin. él no quería aceptar nada, de modo que le ofrecí uno de los tamales que llevaba y aceptó encantado. Confieso que esa noche, antes de las 12, estaba muy cansado y tenía sueño. El día había sido muy movido…

El 25 de diciembre quería ir a realizar algunas visitas a amigos y conocidos que usualmente no veo, y, llevar un auto con un cable de aceleradorremendado” desde luego, NO sería una buena idea. No quería correr riesgos. Supuse entonces que, el 25 sería un día de poco tráfico, y el BMW funcionaría bien. Después de todo, lo de la refrigeración, había quedado solucionado. Emprendí el viaje, fui a diferentes puntos de la ciudad, y todo iba de maravilla. Es delicioso conducir por la ciudad desocupada, y poder visitar todos esos lugares en mi carro clásico. Bogotá en esas condiciones es muy agradable. En la tarde cayó un palo de agua fuerte, pero a pesar de esto, al salir sobre las 6pm del segundo lugar de visita, todo iba perfecto. Llegamos al último destino, muy al norte de la ciudad y mi esposa y yo, nos quedamos allí, hasta las 3 am. Cuando decidimos salir a esa hora de la madrugada, giré el motor de arranque y todo funcionaba bien, pero el auto simplemente no arrancaba. El motor giraba y giraba, pero el auto no arrancaba. Sabemos que es mejor no insistir. Hay que hacerlo poco a poco, mientras a un lado del camino, cerca al andén, iba viendo como lentamente, las luces de la casa de mi amigo, de donde habíamos salido minutos atrás, se iban apagando… En un punto, todo estaba oscuro en la casa, y mi esposa y yo, estábamos afuera, intentando arrancar el motor del viejo BMW, solos, en medio del frío y tras cada intento, la velocidad de giro del motor iba disminuyendo, en la misma proporción que mis ilusiones, de querer salir de allí manejando mi propio carro, mi carro viejo, mi carro clásico, mi BMW del alma, el auto, en el que me había dejado una «fortuna» restaurando. Sí, ese mismo, mientras solo nos iluminaba un farol callejero de un tono «blancuzco», muy poco acogedor por cierto… No sabe uno ni qué decirle a la esposa…

…Permanecimos en silencio. En un instante, las luces de la casa volvieron a encenderse, y mi amigo, Fernando, salió, y comenzó a acercarse al auto preguntando qué ocurría. De inmediato se ofreció a llevarnos. Yo, con mi esposa al lado, viendo la hora, mi imprudencia. (comencé a sentirme muy culpable, tenemos otro auto más moderno, que, por el simple capricho de usar el BMW, decidí dejar en casa y ahora, en esta situación, cuánto extrañaba…), Sentía un frío tremendo a esa hora de la madrugada, ya subido en el Fiat, de nuestros amigos, y, mientras nos alejábamos, observé por el vidrio trasero, derrotado, cómo, mi BMW iba quedando atrás, a un lado de la vía, mirándome con cara de “lo siento”. Esta situación, me hacía sentir muy confundido. No entendía esta vez qué pudo salir mal… Se imaginarán cuánto pude dormir aquella noche…

Solo soñaba con volver al lugar y rescatar mi auto. Aunque admito, aveces, se llega al punto de cuestionarse: ¿Será mejor vender estos autos e invertir el dinero? ¿Lograr una verdadera rentabilidad me haría sentir mejor? ¿Será mejor no volver a preocuparme por esas cosas, y emplear mi tiempo en otras?¿Podría comprarme un auto relativamente moderno, y olvidar todo este tema de los clásicos? ¿Debería dejar esos autos morir en el garaje y no volver a bajar nunca? ¿Debería más bien lanzarlos por el salto del Tequendama? ¿Incendiarlos? ¿No volverles a hablar? ¿Debería más bien vender todo y unirme al club de los Chevrolet Aveo?

Al día siguiente, mi esposa quiso acompañarme, (soy muy afortunado) llevando nuestro VW Golf GTI Mk3, que ella adora con toda su alma (fue el auto en el que le propuse matrimonio), así que pensé muy bien, qué debería llevar y qué podría necesitar, para desvarar mi viejo, pero amado, BMW. Llegamos al lugar y ahi estaba: Tras girar la llave del arranque, el motor prendió como si nada… No hubo necesidad de nada… Yo simplemente estaba muy agradecido con mi amigo Fernando, por llevarnos la noche anterior. Me puso las cosas muy fáciles, ante un escenario que habría podido ser muy difícil a esa hora de la madrugada… y claro, mi esposa viendo lo fácil que fue desvarar el auto, pues no dijo nada y supuse también que había recuperado algo de la confianza que tenía en mi BMW: Viejo, pero confiable…

Este VW Golf GTI MK3 es para mí, lo más cercano a un auto realmente confiable: Lo he usado en gran multitud de viajes y hemos acumulado una gran historia a través de muchos años juntos

Así terminó la navidad y luego llegó el año nuevo. Adoro mi trabajo: En verdad me gusta mucho lo que hago, y quise no pedir muchas vacaciones, porque además de querer volver rápido a mis labores, también es cierto que tengo algunos planes por llevar a cabo, y el tiempo es determinante para lograrlo. El día anterior a comenzar mi trabajo, recibí una llamada de mi jefe pidiéndome que fuera al día siguiente, no a la oficina, ante la posibilidad de lograr un muy importante contrato con una petrolera. Debía más bien, asistir a una reunión, y me había advertido y recomendado mucho, llegar antes, para preparar todo y dar la mejor impresión. Era mi responsabilidad, y de acuerdo a mis acciones y proceder, los posibles clientes, decidirían si contratarnos o no, mientras ella, (mi jefe) volvía de sus vacaciones de fin de año…

Había pensado inicialmente, llevar mi bicicleta, y no correr ningún riesgo (entre semana, voy por las ciclorutas de Bogotá y la experiencia ha sido muy buena. Lo recomiendo mucho. Hoy día, entre semana, es mi transporte casi en un 100%, y créanme, hay días que hago hasta 30 kilómetros), pero la noche anterior, ante las expectativas del día siguiente, estaba un poco nervioso, tenía que ponerme corbata y suponía que sería mejor llevar mi computador. Es típico llegar a una reunión y que, o el computador local no arranque, o no tengan el cable, o no sea compatible o…etc. Nunca se sabe. Definitivamente, ir en bicicleta hasta el World Trade Center, no sería una buena idea, como tampoco lo sería llevar un Mercedes con un cable de acelerador remendado, y tampoco sería una buena idea en pico y placa, sacar el BMW, y la verdad, no tenía ganas de enredarme con ningún carro ni nada que tuviera cuatro ruedas

El VW Golf GTI Mk3 durante uno de nuestros viajes.

-La solución era bastante fácil: Siempre me gustaron las motos, aunque soy un motociclista tranquilo: Me considero, «el vecino motero amigable«. Prefiero las motos ruteras, multipropósito, a las motos deportivas, y si habría de optar por una moto, pues siempre preferí las BMW…
Supongo que son motos con alma, aunque esta es una opinión subjetiva. Me encantan todas las “Yamasuki”, pero ciertamente, lo mío son las BMW GS de cilindrada media…

Bajé al garaje ese martes, primer día de trabajo del año, con un traje azul, una corbata roja, (es mi corbata de la buena suerte), sosteniendo mi computador, con la expectativa de dar lo mejor de mí, y llegarle a mi jefe con las mejores noticias. Giré la llave de la BMW, y el motor prendió al primer intento. Había estado guardada desde los primeros días de diciembre, de modo que la dejé tomar temperatura con el agradable sonido del motor, mientras yo iba ajustándome el casco. Salí temprano. No quería correr riesgos. Estaba un poco tenso. En la reunión estarían unos chinos, y como bien sabemos, tontos, no son

El encanto de las motos: Es dificil olvidarlas luego

Primera – segunda —- tercera… el motor roncaba agradablemente, mientras atrás quedaba el paisaje que rodea mi casa. El cielo estaba azul. Era muy positivo para mí, volver a estar sobre mi moto. Ese frío de la mañana. Qué gran sensación. Lo ocurrido días atrás con los carros, me habían hecho olvidar la alegría de pilotear mi moto. Mi moto del alma.

Me sorprendió que al salir a la calle, la ciudad estaba más desocupada de lo que había pensado inicialmente. El nivel de gasolina estaba bajo, y había tiempo suficiente, de modo que me detuve en la estación de gasolina de la Calle 142 con Carrera novena, sentido norte-sur y pedí llenar el tanque. Crucé unas palabras con el bombero, y cuando giré la llave del contacto nuevamente, el motor giró tan lento que no fue posible encender la moto.

-Sentí pánico…

Me quedé un momento en silencio, quieto. Supuse que al siguiente intento lo lograría. Intenté nuevamente y esta vez, hasta las luces del cuadro de instrumentos se bajaron. La administradora del lugar, estaba presente al frente mío y me miraba con desdén, mientras yo cubierto por el caso, miraba hacia todos lados desconcertado… El bombero de inmediato notó que algo no iba bien y me dijo:

-Súbase, yo lo empujo!

Rápidamente me subí. Había una leve pendiente. Esperé a tomar el mejor impulso. El bombero me empujo con todas sus fuerzas, pero no hubo cómo encenderla. Simplemente no prendió. Estaba otra vez al lado de la vía pública varado, pero estaba vez tenía una gran urgencia. Esta vez, sí estaba muy molesto…

Descendí de la moto, subí la pata o soporte e intenté dar media vuelta, y devolver la moto a la estación de gasolina, con la esperanza de poder dejarla allí, e irme en taxi.
En traje, con corbata, con la moto llena de gasolina, con el casco puesto, con el tiempo contado y empujando en subida, no es el mejor de los escenarios… Cuando llegué, miré a la administradora, que había presenciado toda la acción, y seguía mirándome con desdén y le pregunté con el bombero a su derecha, si, había alguna posibilidad de dejar allí mi moto, alrededor de unas cuatro horas, mientras salía de una importante reunión y traía ayuda para llevármela de nuevo a casa. (Vivo muy cerca).

Esta mujer, dijo que no había ninguna posibilidad…

-Lo decía con una frialdad que me sorprendía.

Volví a increparle suplicando ayuda, y volvió a responder que no era posible. El bombero, mi nuevo amigo, inmediatamente metió la cucharada diciéndome que no me preocupara, y que la dejara bien estacionada al fondo, desautorizándola. Después de todo, la estación de gasolina tenía estacionamientos y adivinen qué: Estaban desocupados. Empujé la moto hasta el estacionamiento, importándome un bledo lo que insitía la administradora. La verdad, me importaba un carajo. Le puse tres candados diferentes con alarma, extraje la pijama del Top Case y la dejé bien organizada, no sin antes, darle la bendición, -como si fuera un hijo que envías al jardín… Salí corriendo como un loco hacia la carrera novena y me abalancé sobre el primer taxi que venía hacia mí. Resultó ser un peruano adorado: Le conté lo que me acababa de ocurrir, y me respondió en un tono tranquilo, conciliador y apaciguador, que me calmara. Que ya todo había pasado. Que eligiera una emisora, y él me llevaría lo más rápido posible. Qué hombre más amable. Me contó que había sido ciclista de joven, pero al llegar a Colombia, había conocido al amor de su vida. Definitivamente, el amor lo cambia todo. Descendí del taxi frente al World Trade Center y me despedí de mi nuevo amigo muy agradecido. A pesar de la batería de la BMW GS, y la administradora de la estación de gasolina, iba a tiempo, para llegar a la reunión. Llegué, di lo mejor de mí, y los resultados fueron increíbles… En la tarde, mi esposa me acompañó a la estación de gasolina con el otro auto, (era su último día de vacaciones) iniciamos la moto, con el Mercedes y todo salió perfecto.

A pesar de todo, ese día llegué a tiempo (de pie en la foto) a reunirme con los chinos…

Unas semanas después, el arranque del BMW comenzó a dar señales de desgaste. Algunas veces, el “automático” se quedaba pegado, emitiendo un leve, “Click”, que tras insistir, volvía y recobraba su vitalidad. Uno de esos días, llevé el carro a la oficina con la esperanza de hacer una corta vuelta, y devolverme. Tenía muchas ganas de usarlo. No había tenido últimamente mucho tiempo y la experiencia me ha enseñado que lo peor, es dejar un auto en el garaje sin usarlo: Recuerden el episodio de la moto…
Cuando salí de la oficina, sobre la 1pm no hubo tal: Después de 45 minutos de insistir, no hubo cómo prenderlo… Ni siquiera empujándolo levemente, como recomiendan cuando falla el “automático” con la segunda puesta, y aún, oyendo como sonaba, “Click”. o, golpeándolo levemente con un destornillador. –Nada de nada, como solía decir mi abuela…
Cualquier auto habría prendido. El mío, desde luego, no. En la oficina solo habían mujeres, y no tuve la vergüenza, como para pedirles una “empujadita”
-¿Qué habrían hecho ustedes? -A riesgo de sonar como un cretino, es un poco ridículo, no?

…Tras cada “click”, y “click”, y “click”, y mientras mi frustración avanzaba, apareció un hombre de unos 65 años caminando tranquilamente hacia mí. Me explicó que desde el otro lado de la calle oía los sonidos emitidos por mi arranque y que si yo quería, él podía ayudarme a empujar. Rápidamente, mi nuevo amigo, consiguió otro nuevo amigo y por aquel código que de forma tácita, los colombianos siempre queremos ayudar a otros, el motor de mi BMW, 30 segundos después, volvió a girar con ese sonido ronco y grave, como a mí me gusta y me hace muy feliz.

«…Tener un carro de más de 25 años, supone un compromiso

Mi BMW E21: Nada más agradable que, cuando todo funciona, pero nada es más desagradable que cuando algo va mal…

Son muchas las lecciones que pueden extraerse de todas esta historias. Más que tener el número de la grúa a la mano, que es muy importante, el teléfono del mecánico, y cosas de esas, mis recomendaciones van más allá de lo obvio: Por un lado, tener un carro de más de 25 años, supone un compromiso. Hoy día, salvo ciertas situaciones, es muy fácil comprar un auto moderno, o relativamente moderno. No en vano, Bogotá está plagada de autos que resultan ser modernos. Con un carro viejo, hay que enterarse de cómo se acceden a ciertos componentes y piezas y cómo funcionan algunas otras cosas. En donde está la caja de los fusiles, cada una de las pocas mangueras del motor, cómo funcionan, por donde pasan los cables de alta, a dónde van conectados. Cuál es el orden de encendido, Cómo puede extraerse una bujía

Saber cómo extraer una bujia: Algo que todos deberíamos saber.

Aprender a iniciarlo, cómo verter gasolina en el carburador. Cómo detectar si no enciende por algo simple, o algo grave. Alguna noche de hace muchos años, iba en el VW Golf. De repente, se apagó el motor en toda la calle 100 con carrera 15. Era de noche, y en plena hora pico. Yo giraba y giraba desesperadamente la llave del encendido, solo para luego, cuando descendí del auto, y tras una empujada hasta un parqueadero adyacente, y ya bastante angustiado, descubrir que se había aflojado el cable que va de la bobina, al distribuidor… Algo realmente muy simple y tonto… Otro día, tuve suerte, al descubrir que simplemente, se había aflojado en otro BMW 323i que tuve, el fusible de la bomba de gasolina… 10 minutos después, estaba de nuevo en la ruta con una sonrisa de oreja a oreja…

Este BMW 323i de 1978 resultó ser un auto que me enseñó grandes lecciones sobre mecánica…

Es imperativo también, llevar en el baúl herramientas. Compre un buen juego de herramientas, y lleve guantes y overol… Tener herramientas, me ha sacado de problemas que habrían significado grúa. Tener guantes, ha permitido no quemarme los dedos, y tener un overol me ha permitido acceder a la parte inferior del carro, solo para alcanzar un cable de guaya del acelerador desconectado, en traje y con corbata, sin ensuciarme…

Tener un auto clásico supone un compromiso: Hay que saber cómo funciona…

…y mejor aún: Hágase amigo de personas que tengan autos similares. Hoy día, con los grupos de Whatsapp, las ayudas son invaluables: Hace unos días, antes de salir del garaje de mi casa, noté que el BMW tenía una considerable fuga de gasolina, por un dispositivo muy cercano a la bomba de gasolina mecánica. De inmediato apagué el motor, entré a mi casa, y busqué la pieza, en la página web de clásicos de BMW. Acto seguido, llamé a varios distribuidores de repuestos, con referencia en mano y uno de ellos me dijo: -En 30 años que llevo trabajando en esto, nadie me ha pedido nunca esa pieza

Confundido, escribí en un grupo de Whatsapp de amigos del BMW E21, y uno de ellos, ahora otro nuevo amigo, me dijo que no me preocupara: Con un poco de masilla epóxica, podría tapar la fuga, para poder seguir usando el auto, mientras se consigue la pieza. Había pensado desesperadamente antes de todo esto, irme con la fuga hasta el taller, o enviar el auto en grúa, o correr rápido (en un pleno enero en que el dinero escasea) a comprar la pieza, sólo para descubrir que la fuga se podía tapar con masilla, y eso mismo el mecánico habría hecho. Pues yo mismo desarmé la pieza, viendo el diagrama de despiece del motor, compré la masilla, y solucioné el problema. Todo por $5.000 pesos dos horas de trabajo, y dos jugos.

Lo mismo pasa con la compra de repuestos o la ida a talleres: Lea en los grupos la opiniones. No se arriesgue. Ojo con eso. Si va a un taller grande, pero con muchos carros que parece que llevan mucho tiempo allí, es un mal síntoma. Elija talleres pequeños. Por obligación, como no tienen espacio, hacen rápido los trabajos…

Un taller pequeño y con pocos autos: Garantía de una entrega rápida.

Alguna vez, en alguno de aquellos paseos familiares, el automóvil de uno de mis tios, con quien tenía una relación distante, pinchó una rueda. Muy poca atención prestamos a las llantas. No vaya por el juego más económico de llantas. Tienden a durar mucho, pero su agarre es mínimo, y en suelo mojado, es crítico. Ví hace pocos días un BMW M3 E90, con un tendido de llantas de muy baja calidad. Cuando el accidente ocurre, se culpa al clima, la falta de pericia, o el exceso de velocidad, cuando el culpable también fue una mala elección de llantas. Luego de ayudarle a mi tío en aquel paseo con su llanta, nuestra relación es hoy día muy cercana.

Es muy poca la atención que se presta a los neumáticos: Los neumáticos económicos, duran bastante, pero su agarre es inferior, porque su compuesto es duro. Caso contrario de un buen juego de neumáticos de marca reconocida

Como se puede ver, todo al final, depende de la relación que se tiene con el entorno. Son las personas alrededor quienes nos ayudan y es por estos carros, los clásicos, los carritos viejos y nuestra afición, gracias a quienes hemos forjado amistades invaluables, con personas maravillosas que de otro modo, jamás habríamos conocido. Siempre en la vida, procuramos no correr tantos riesgos. Con los autos clásicos, siempre se corren riesgos… Es parte de la vida. La contraparte, es que se hacen siempre, nuevos amigos.

Cuando son largas las sesiones en el estudio encerrado trabajando, los autos clásicos son esa otra parte de mi vida que me hace muy feliz

Siempre un eterno gracias, a todos aquellos amigos y nuevos amigos, que de alguna manera nos han permitido seguir en la ruta.

Texto: Julián Franco Ocampo.
Fotos: Natalia Escallón Liévano – Julián Franco Ocampo

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